Carta al Presidente de Cuba
Mensaje anónimo de nuestra comunidad
5d ago
martes, 7 de octubre de 2025
Inspirada en
Esta carta fue inspirada por:
Señor Presidente Miguel Díaz-Canel,
Le escribo con el corazón en la mano después de leer en NiPinga.com el artículo “El eco del silencio: La fiebre sin remedio”. No hay palabras para describir la tristeza que da saber que un niño de cinco años murió en Ciego de Ávila por no tener un simple medicamento para bajarle la fiebre. Un niño, Presidente. En pleno siglo XXI, en un país que siempre se ha llenado la boca hablando de salud para todos.
Lo que se cuenta ahí no es un caso aislado, es el reflejo de lo que muchos vivimos a diario. En cada farmacia, en cada hospital, la gente anda buscando lo más básico: dipirona, antibióticos, suero, algo para los dolores. Y muchas veces no hay nada. La gente llora, se desespera, se cambia medicamentos entre vecinos como si fueran tesoros. Y mientras tanto, parece que nadie escucha.
Usted bien sabe que el pueblo cubano aguanta, resuelve, inventa, pero ya no se puede más cuando se trata de la vida de los hijos. Uno puede aguantar el hambre, la corriente que se va, el transporte que no llega, pero ver morir a un niño por falta de medicina... eso no tiene perdón.
Presidente, le hablo con respeto, pero con el alma en carne viva: esto no puede seguir así. No podemos seguir enterrando inocentes porque no hay un medicamento en la farmacia o porque alguien no hizo su trabajo. No es justo que el cubano tenga que rezar para que le llegue un tratamiento o depender de un paquete que mande un familiar desde afuera.
Usted tiene en sus manos el poder de cambiar esto. Haga lo que haya que hacer para que en los hospitales haya medicinas, para que los médicos puedan trabajar con lo que necesitan, para que las madres no tengan que hacer colas de horas ni llorar frente a un mostrador vacío. Que se revisen las cadenas de distribución, que se investigue dónde está fallando el sistema, y que se rindan cuentas de verdad.
No se trata de política, se trata de humanidad. De que cada niño, cada anciano, cada cubano tenga derecho a vivir con dignidad. Ese niño de Ciego no puede quedar en el olvido. Que su muerte sirva de campanazo para que de una vez por todas se tomen decisiones valientes.
Ojalá esta carta le llegue no solo a su escritorio, sino también a su conciencia. Porque el silencio, Presidente, cuando mueren los niños, también mata.
Con respeto y esperanza,
Comentarios