Carta al Presidente de Cuba

Le escribo aprovechando este rato de bendita electricidad que nos concede el destino, o más bien, el generador del vecino que milagrosamente aún funciona. No sé si usted ha notado, desde su oficina refrigerada, que Cuba parece un campo de entrenamiento para vivir sin luz: un apagón aquí, otro allá, y el pueblo volviéndose experto en distinguir sonidos de plantas eléctricas.

Dicen que los apagones son "momentáneos". Curioso, porque lo momentáneo dura tanto que uno termina cocinando por telepatía y durmiendo con los mosquitos como compañeros de lucha. ¿Y la salud? Bueno, entre el calor, el insomnio y los niños llorando porque no hay ventilador, estamos en el paraís del estrés.

Pero claro, siempre hay esperanza. Quizás pronto nos anuncien que los apagones son una “oportunidad para fortalecer la resistencia energética del pueblo”. En eso sí somos campeones: resistir.