Carta al Presidente de Cuba

Otra vez lo mismo.

Apagones, falta de agua, hospitales colapsado y ustedes organizando marchas.

Esta vez “por Palestina”. Antes fue “por Venezuela”, o “por la unidad”. Siempre hay una bandera ajena que levantar cuando la casa se cae a pedazos.

¿Hasta cuándo va a seguir ese teatro? 

Ya lo hemos visto demasiadas veces: cuando el país se hunde un poco más, el gobierno saca del bolsillo una nueva causa que no tiene nada que ver con nosotros. 

Y mientras las cámaras filman la tribuna y los discursos, los cubanos seguimos a oscuras, sudando sin electricidad, buscando agua con cubos y esperando medicamentos que nunca llegan. 

No me malinterprete, Presidente: no estoy en contra de la solidaridad con otros pueblos.

Pero no se puede hablar de justicia afuera mientras el propio país se desmorona adentro. 

No se puede pedir empatía con el dolor ajeno cuando el dolor del cubano se ignora todos los días. 

Ustedes dicen que “resistimos”, pero lo único que resistimos es la desesperación. 

Y cada vez cuesta más hacerlo. 

El pueblo no necesita más tribunas, ni más pancartas, ni más consignas recicladas. 

Lo que necesitamos son soluciones. Agua, luz, comida, medicinas, dignidad. 

No discursos. 

Presidente, la distracción puede servir un tiempo, pero no cura el hambre ni alivia el cansancio. 

Y cada apagón largo, cada pipa que no llega, cada hospital sin medicamentos nos recuerda lo esencial: 

la verdadera causa pendiente de Cuba es Cuba.